POR: CARLOS DE LA MORA
Valladolid.- Las elecciones 2012 cambiaran la historia de Valladolid y de gran parte del globo terráqueo y no porque lo hayan profetizado los mayas, sino porque los vallisoletanos y habitantes de las comisarias votaran otra vez por una opción conocida, un líder nato que goza de gran popularidad en todo el Oriente de Yucatán, y aunque los vallisoletanos están vacunados, el sarampión les volverá a dar.
Que me perdone la ciencia y las bocas viperinas que murmuran todo lo contrario, pero en Valladolid apocalípticamente estas elecciones 2012 cambiaran el rumbo de nuestra ciudad colonial.
Volverá un hombre centrado, dispuesto a dar todo lo mejor de sí en sus tres años de Gobierno.
Históricamente nuestro personaje tendrá la gran oportunidad de cambiar el tabú y demostrar a sus detractores que en el 2012, año de misterios y profecías mayas, el sarampión puede dar dos veces.
Saludos amigos lectores y un abrazo fraternal a mi amigo Marcelino Aguilar Aguilar, a quien va dirigido este escrito con mucho respeto.
Atentamente
Nostradamus, perdón digo, Carlos de la Mora
Valladolid.- Las elecciones 2012 cambiaran la historia de Valladolid y de gran parte del globo terráqueo y no porque lo hayan profetizado los mayas, sino porque los vallisoletanos y habitantes de las comisarias votaran otra vez por una opción conocida, un líder nato que goza de gran popularidad en todo el Oriente de Yucatán, y aunque los vallisoletanos están vacunados, el sarampión les volverá a dar.
Que me perdone la ciencia y las bocas viperinas que murmuran todo lo contrario, pero en Valladolid apocalípticamente estas elecciones 2012 cambiaran el rumbo de nuestra ciudad colonial.
Volverá un hombre centrado, dispuesto a dar todo lo mejor de sí en sus tres años de Gobierno.
Históricamente nuestro personaje tendrá la gran oportunidad de cambiar el tabú y demostrar a sus detractores que en el 2012, año de misterios y profecías mayas, el sarampión puede dar dos veces.
Saludos amigos lectores y un abrazo fraternal a mi amigo Marcelino Aguilar Aguilar, a quien va dirigido este escrito con mucho respeto.
Atentamente
Nostradamus, perdón digo, Carlos de la Mora
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